Arrugas

Ayer pude ver Arrugas, la película de animación ganadora del Goya 2012. Y os voy a dar mi crítica, aunque yo más bien lo llamaría mis impresiones, porque no me siento con ninguna autoridad para criticar algo que no conozco…

En primer lugar, debo decir que la película me dejó extremadamente triste. El sabor de boca al terminarla fue muy amargo. Ya, lo sé, me diréis que el tema que trata es triste; que el Alzheimer es triste. Bien, tenéis razón. Pero también he visto películas con esta temática, como por ejemplo ¿Y tú quién eres? (Antonio Mercero, 2007), que han abordado esta problemática de un modo diferente.

 
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¿Y tú quién eres? muestra un lugar activo, soleado, con profesionales entregados al cuidado, la animación sociocultural o la asistencia sanitaria. Sé que puede resultar ingenua a veces, pero en general, el retrato de las residencias de personas mayores me parece más acertado.

Arrugas nos presenta una residencia lúgubre, triste, impersonal, en la que ningún profesional se implica afectivamente más allá de sus funciones y el trato correcto. Los residentes dependientes se muestran desatendidos, mirando al infinito las 24 horas del día, sin estímulo alguno.
Los independientes cuentan con una somnolienta sala de televisión y una piscina cerrada a cal y canto. Sólo se da un atisbo de actividad los miércoles por la mañana, cuando algunos van a la clase de gimnasia.

No lo sé, a mí me ha dejado muy mal cuerpo, y me ha generado muchas dudas. ¿Cuál es la realidad de los centros de mayores? ¿Son lugares donde la gente «se echa a morir»? ¿Son centros de actividad, socialización y estimulación sensorial e intelectual? ¿O son el punto medio entre ambas versiones?
No tengo experiencia en este ámbito, pero dejo la pregunta en el aire para quien pueda dar un punto de vista real y basado en la experiencia. Como futura educadora social, me interesa.

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