Hace unos días escuchaba con curiosidad algunos fragmentos de la entrevista que se le hizo a Alberto Ruiz Gallardón en Intereconomía, en la que salió a colación el tema de la vida en tiempos de Franco. Ruíz Gallardón (aquél del que se dice que su propio padre comentó a un conocido: «¿Dices que yo soy conservador? Pues deberías conocer a mi hijo Alberto«) destaca los aspectos positivos de los años ’60, hablando de un país que crece, que emerge, gracias a una nueva clase media que impulsa el cambio. Probablemente tenga razón. El cambio en la mentalidad de la población durante los últimos 15 años del franquismo resultó esencial para llevar a cabo la transición pacífica que se daría a partir del ’75.
Pero cuando comenta esa manida frase de «no hay que ser maniqueo con el franquismo; las cosas no fueron ni tan blancas ni tan negras«, ya me provoca esa sonrisilla de la que ha estado esperando que se le vean las orejas al lobo.
Sin embargo, el ministro de justicia vuelve a tener razón. Sobre todo si nos referimos a los años ’60: las cosas no fueron ni tan blancas ni tan negras. Ni tan negras como lo habían sido desde el levantamiento hasta entonces, ni tan blancas como en ese momento eran en otros países democráticos del mundo.
Pero ese cambio no fue precisamente debido la voluntad de Franco. No señor. Lo que pasó fue que España, a partir de 1945 y la derrota de los fascismos europeos, sufrió el ostracismo de todo el globo (bloqueo económico, retirada de embajadores, etc), y tuvo que hacer algo al respecto. Además, sufría una crisis económica brutal que obligó a reformarse o morir. Ya no se saludaba con la manita al aire (para no parecer tan nazis), y se establecieron nuevas leyes.
Como yo de lo que entiendo es de educación, a eso me voy a remitir. Pero vais a ver que los hechos que os cuento guardan una muy estrecha relación con la evolución del régimen en un sentido político y económico.
- Fase ultra-fundamentalista y totalitaria (1936-1945).
Se depuró a todo el profesorado disidente; a los profes que superaban esa primera criba, se les obligaba a atender un curso de «orientación profesional, para saturar su espíritu de religión y patriotismo»; se obligó a los estudiantes de magisterio (si es que querían continuar estudiando) a que presentaran un informe firmado por autoridades eclesiásticas y militares que certificaran su buena conducta; se destruyeron/retiraron miles de libros…
En las escuelas, se entrega la enseñanza secundaria a las órdenes religiosas, y la convierten en un instrumento de selección de las futuras clases directoras. Su carácter privado las hacía inalcanzable para la práctica totalidad de la población.
En las universidades, obligan a los rectores a ser militantes de la Falange; a los alumnos, del Sindicato Español Universitario; y a todos, a ajustarse a la moral católica.
- Fase del nacionalcatolicismo! (1945-1959)
Como os contaba antes, Europa nos ignora y nos castiga por ser una «democracia orgánica» (no una dictadura, oiga, que eso suena muy mal…). Y uno de los cambios que hacemos, aparte de no saludar como Hitler, es dejar de defender, como éste hiciera, las ideas de «sangre» y «raza» por otra menos rechazable: la religión! Ahora, ser español es ser católico. Si no lo eres, eres un antipatriota. ¿Y en educación, eso cómo se traduce? Pues imagínate: refuerzo de los valores religiosos, bla, bla, bla… Pero sobre todo, significa una cosa: que la Iglesia se queda con el monopolio de la educación. Consigue que el Estado no tenga nada que hacer en ese ámbito. Escuelas ultra-autoritarias, educación paramilitarizada, castigos físicos, religión por un tubo en detrimento de materias científicas…
En fin, un desastre. ¿Sabéis cuántos institutos se crearon en España entre 1939 y 1960 (casi 20 años)? Pues yo os lo digo: 7! Siete míseros institutos! Y ¿sabéis cuántos centros privados confesionales se crearon en esa misma época -con ayuda económica del Estado, eh? Eso que nunca se nos olvide-? Pues también os lo digo: más de 1.100.
Ah! Y además, como vieron que demasiada gente tenía la absurda idea de estudiar en la universidad, tuvieron que poner un cortafuegos en la secundaria: la dividieron en dos ciclos (bachillerato elemental y bachillerato superior) y un curso de preparación para la universitaria (el «preu», preguntadle a vuestros padres, ya veréis la de cosas que os cuentan del «preu»). Así, la mitad de los pobres diablos se quedaban en el camino (8 años en total), y no se nos abarrotaba tanto la uni.
- Fase «Dios-mío-esto-se-hunde» (1959-1975). Fase de la que habla nuestro querido ministro de justicia.
Ay, pobre Franco. Sufría el país una crisis económica que no veas, y se tuvo que empezar a pensar más en economía, en detrimento de la ideología política. Y comenzó la apertura del régimen al exterior: industrialización, migración a las ciudades, migración al extranjero, llegada del turismo internacional…
Para modernizar todo el cotarro, se toma a un grupo de tecnócratas que deciden renovar las estructuras económicas: tecnócratas del Opus Dei. La elección fue muy acertada, en mi opinión. O no habéis visto los buenos negocios que hacen esta gente en Navarra y el mundo entero? Esto de la privatización y la libre empresa mezclados con la religión, qué buen invento…
España iba estupendamente. Ya éramos modernos, íbamos a que nos explotaran a una fábrica, en vez de al campo, y nos llegaban más cositas del extranjero: los Beatles, las suecas, las huelgas, las revueltas estudiantiles… ¡Ay, que se nos han colado elementos no deseados! Pues como los víruses de los ordenadores, ya no hubo marcha atrás. La conflictividad social aumentó, no terminaba una huelga (que eran ilegales, qué risa, María Luisa) y empezaba otra, las universidades echaban humo, etc.
Se intentaron poner parches por doquier (siempre hablando de educación): se reforma la formación profesional industrial, se mejora la formación del profesorado, y ¡aleluya! el Estado se hace cargo de la eduación básica obligatoria (1964). Casi 100 años después que la mayoría de países europeos, pero menos da una piedra…
Ya en el ’70, nació nuestra querida EGB, BUP y COU, universal, gratuita e igual para todos y todas. Se acaba la discriminación que condenó a millones de niños a recibir una educación primaria pobre y desconectada del acceso a secundaria (disfrutada exclusivamente por la minoría).
Y bueno, ya sabéis el resto…
Así que a otro perro con ese collar, querido Gallardón. Quizás la explicación a tu visión del franquismo sea que tu experiencia personal y la de tu familia no fuese tan mala… Al fin y al cabo, tú fuiste a la universidad.
Otro día os contaré el cuento de las maravillas que hicieron los republicanos en materia educativa en el poquito tiempo que estuvieron al mando del cotarro. Esto es como Star Wars, cada entrega va más atrás en el tiempo. Pero eso, otro día.